domingo, 12 de octubre de 2008

A 20 años del plebiscito: la Democracia continua siendonos esquiva



¿Existen los dientes, si no se juntan en la boca?
¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?
Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo.

Eduardo Galeano

Algunos que pertenecemos a las nuevas generaciones de la izquierda revolucionaria, que éramos muy pequeños a finales de los ochentas y que ingresamos a la lucha social en una etapa de enorme fragmentación del mundo popular y, en resumen, de aplastante derrota. En los primeros tiempos de nuestra militancia social nos encontramos con compañeros extraordinarios que a pesar de todo los dolores, sufrimientos y cuestionamientos, que siendo capaces de superar heroicamente el agotamiento de décadas de lucha, tomaban la elocuente decisión de continuar en la trinchera del lado de los pobres. Esta decisión de los compañeros “más viejos”, que en muchos casos –por que no decirlo- era mas instintiva que racional pero no por eso menos valiosa. Como no iba a ser así, si el poderoso sistema capitalista trabajaba sin descanso –a través de sus medios ideológicos- en mostrar que la democracia ultraliberal y tutelada era la mejor y única opción posible para Chile.
Dentro de las dificultades de este contexto, existía un discurso más o menos aceptado por todos los sectores sobrevivientes del campo popular, a modo de “resignación”, se nos planteaba con el pecho hinchado a los jóvenes militantes que: “A fines de los ochenta el mundo popular derribó a la dictadura de Pinochet”.
Antes de continuar, es necesario aclarar, que se comprende que un fenómeno socio-histórico como el “fin de la dictadura” es esencialmente complejo, y que por lo tanto existen una multiplicidad de factores que se interrelacionan, por lo cual, debemos analizar con detenimiento el rol jugado por el movimiento popular y la izquierda en general. Lo que se plantea a continuación es una reflexión sobre el valor y las magnitudes de la acción política de los distintos sectores.
De la misma forma que con el tiempo y las distintas investigaciones, hoy no es discutible que el golpe de Estado de 1973 fue planificado y financiado por el gobierno de Estados Unidos, es preciso que se reconozca también, que la salida de Pinochet es ordenada desde las oficinas de la Casa Blanca y que además, la llamada “oposición democrática” fue financiada generosa y fluídamente por EE.UU. Recordemos que el triunfo del NO en el plebiscito fue adjudicado al entonces secretario para asuntos interamericanos en Washington, como un logro de su cartera. En este sentido, la presencia de un ex-ministro concerta-sionista a la cabeza de la OEA no parece nada casual.
Desde 1987 la izquierda que aspiraba a cambios radicales dentro del sistema político y de las relaciones políticas, económicas y sociales dentro de Chile creció aisladamente y contó con un apoyo creciente de la población, en los hechos no consiguió articular un referente UNIFICADOR, no logro llegar a acuerdos trascendentes -mas allá de tener como objetivo transversal la derrota del dictador- los grupos más radicalizados carecían de un proyecto amplio que visualizara al país mas allá de la caída de la dictadura, o al menos –de existir ese proyecto- no era conocido ni menos adoptado por “las masas”. Por un lado, la derecha pinochetista se encontraba fuerte y disciplinadamente organizada (en el Partido Renovación Nacional confluían: Frente Nacional del Trabajo del ex ministro Sergio Onofre Jarpa, el MUN de Andrés Allamand y la UDI de Jaime Guzmán), los cuales tenían por objetivo mantener fielmente el modelo instaurado por el dictador y ser los actores oficiales de su expresión civil, sin abandonar la gran influencia del general.
Paralelamente, la izquierda optó por un nuevo reagrupamiento que apuntaba a romper con la hegemonía que iba ganando el centro (burgués). La iniciativa la tomó el PS–Almeyda, integrante del MDP, pero en progresivo desacuerdo con la estrategia de insurrección del PC. Así, surgió el 26 de junio de 1987 la Izquierda Unida (IU) que incluyó al PC, MIR, PS–Almeyda, PS Histórico, MAPU, IC y un sector del Partido Radical. Mientras tanto, en el centro (burgués) la DC eligió a un nuevo Presidente. Venció Patricio Aylwin con su tesis de una transición institucional y de negociación con las Fuerzas Armadas.
A este lado de la barricada, el mundo popular y sus organizaciones se encontraban disgregados, sin un proyecto político global y coherente y, en gran medida, duramente golpeado. Esto permitió fatalmente, que el “triunfo sobre la dictadura” proviniese desde los partidos reformistas de la Concertación, que (aunque nos siga doliendo) fue capaz de desarrollar en todos los sentidos sus “ideales” políticos para el país. Es decir, la “concerta” ha sabido salvaguardar los pilares estructurales del modelo económico, asegurando tasas de ganancia significativas para inversionistas criollos e internacionales. Esto ha sido posible mediante la desmovilización popular y sindical, instrumentalizada desde La Moneda.
Es necesario, pensar en quienes fueron los vencedores hace 20 años y por qué. Para estar en condiciones HOY, de mirar sin prejuicios a nuestro lado y nuevamente descubrir que existen una multiplicidad de actores sociales y de organizaciones populares que buscan derrocar –realmente- a este criminal Sistema, las que aunque sean muy distintas a nosotros, deberíamos esforzarnos por construir JUNTOS, sin más ambiciones de Poder, que alcanzar el Poder de un Pueblo Consciente y Digno.
Debemos ser capaces de distinguir lo que significa tomar y tener iniciativa política, que los grupos políticos que la poseen y estén en condiciones de ejercerla son los que conducirán el desarrollo del país. En la actualidad es posible constatar que desde el ultimo periodo de la década de los ochenta la iniciativa política ha estado en las manos de la Concertación, alianza que surgió –no debemos olvidarlo- para darle continuidad al proyecto político institucional construido por la dictadura pinochetista.
Los luchadores sociales debemos mirar el 5 de octubre de manera crítica, para poder obtener todas las enseñanzas que este complejo proceso nos arroja. Es difícil, porque marca el inicio de una larga derrota para los sectores populares, que fue tan brutal como la anterior ya que logro comprometer para a su favor a miembros de organizaciones políticas y sociales del pueblo, lo que es peor genero un conformismo y pasividad en nuestra clase que todavía estamos lejos de superar.

Por David

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