domingo, 7 de septiembre de 2008

Jamás imaginaría que mi infancia se habría acabado


Nuevamente el calendario marcará el 11 de septiembre, fatídica fecha que muchos ahora asocian con el recién 11 de septiembre de 2001, el televisado y sufrido atentando a las torres gemelas. Pero esta el nuestro, el de los chilenos, el de hace 35 años al otro extremo del mundo. Casualmente y por primera vez y después de 32 años podré estar ese día en Chile. Junto a mi pequeño hijo, camino por lugares por donde yo caminé esos días ¿qué siento? una mezcla de sentimientos: recuerdos, tristeza, rabia y esperanza. A medida que se acerca la fecha los recuerdos van en aumento. Hoy veo rostros políticos conocidos, claro, ahora practican una política que raya en lo farandulero, totalmente diferentes a los compañeros que yo veía como los tíos buenos de esa época. Bueno, esa es otra historia. ¿Dónde estaba yo? ¿Porqué mi maestra reía con lo que estaba pasando y me miraba? Fue una mañana fría, esa frialdad era diferente, anunciaba algo. Jamás imaginaría que mi infancia se habría acabado, que los días felices serían parte de la historia de este país y de muchos niños de la época. Tuve que madurar, hablar muy bajito, vivir sin el papá, un gran sentimiento de soledad. Era el comienzo de una larga noche que había llegado sin aviso para mi, pero eso si, con la misma velocidad con que se derrumbaron las torres gemelas en Nueva York.
Roberto
Santiago de chile septiembre 2008

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