domingo, 7 de junio de 2009

A propósito del circo electoral…


Entre bombos y platillos… pitos y flautas… crisis… bonos… gripe porcina… farándula política con Henríquez Ominami a la cabeza… debemos ser capaces de leer entre líneas. Cada día en nuestra sociedad suceden muchas cosas, de las cuales muchos de nosotros nos enteramos a través de los “medios de comunicación” al final del día, cuando vemos las noticias para “intentar” enterarnos de “buena fuente” de lo que ha sucedido mientras nosotros hemos estado imbuídos en el capitalismo, haciendo funcionar la máquina productiva igual que todos los días. Paralelo a todo eso, en nuestras vidas cotidianas suceden muchas cosas también. Hemos tenido que acostumbrarnos diariamente a escuchar hablar de la crisis económica, incluso intercambiar opiniones muchas veces sin tener la certeza de manejar toda la información necesaria como para generar un pronóstico o vaticinar una solución. Y no debe sorprendernos, no es casualidad que no manejemos toda la información, de eso justamente se trata el éxito del sistema (entre otras cosas por supuesto), el desarrollo de esta seudo democracia, que en la práctica significa lo contrario al origen de la palabra. Significa la no participación en la solución de nuestros problemas, ya nos hemos acostumbrado a que las soluciones las implementen estos iluminados que han hecho carrera en la elite política, unos disparando con guante blanco y otros haciendo la vista gorda o descaradamente negociando algún puestito cagón, estos doctorados en abrirse de piernas ante el imperio, estos magíster en entregar nuestras riquezas a cuanto monopolio financiero se les aparezca. Y la vida cotidiana otra vez, teniendo que lidiar con el costo de la vida que sube cada vez más, mientras los sueldos alcanzan cada vez para menos, y encima con la amenaza solapada de parte de los patrones, que hay que cuidar la pega, por que nunca se sabe… la cosa esta difícil! Y el costo siempre lo paga el pueblo, porque los ricos no han dejado de ser ricos por estar en crisis, el fin último del capitalismo, la acumulación, sigue funcionando a la perfección. Para seguir perpetuando este sistema, hay un grupo no despreciable de personajes que hacen su trabajo de forma muy eficiente. Un día mas, un día menos, dependiendo del escenario nacional y mundial, vemos como la maquinaria electoral funciona, cara a lo que serán las elecciones de diciembre y el gobierno, “gordis” a la cabeza, se pone las pilas para que la crisis no los supere y vuelvan a ganar un período más de poder, entonces reparten más computadores, prometen más bonos, pero de los problemas de fondo ni hablar. En abril recién pasado se publicó la reforma a la Constitución para establecer la inscripción automática en los registros electorales y el voto voluntario, a través de la cuál todos los que cumplan con los requisitos establecidos por la ley, estarán inscritos en el padrón electoral y podrán decidir voluntariamente si votarán o no. Pareciera que esto sí es un avance democrático, según dicen los voceros del proyecto, el hecho de que sea posible elegir si se vota o no y no tener la obligación de asistir a votar siempre porque alguna vez nos inscribimos. Muchas voces, del oficialismo e incluso de la derecha, hacen alarde del gran progreso que esto significaría para el sistema político chileno. Pero preguntémonos si realmente el hecho de quedar inscritos automáticamente en los registros y poder decidir si el día de la votación “asistimos a las urnas” o mejor nos quedamos en la casa descansando, significa un avance en la participación ciudadana. Preguntémonos si el hecho de elegir entre dos o tres alternativas significa realmente ser partícipe de las cosas que pasan en nuestras vidas. La realidad es que, voluntaria o no, la votación sigue siendo hoy una herramienta de los políticos añejos de perpetuarse en el poder, si lo pensamos, puede que cambie o se maquille un poco la forma de participar en la política tradicional, pero el fondo de la cuestión, lo que realmente importa, seguirá intacto. A pesar de que hoy día un personaje como Marco Henriquez-Ominami haga tambalear la vida política tradicional y les complique el escenario a Frei y sus secuaces, él tampoco representa un cambio real o una alternativa de cambio en el futuro, sí le cambia un poco la cara al espectáculo, lo hace mas farandulero y juvenil, puede ser, pero no por mucho que cambie el envase, el contenido también es diferente. El problema de las votaciones no son las votaciones en sí, sino el hecho de que tenemos dos opciones: votar por lo mismo o no votar. Y en ese escenario, entonces, no tiene mucha relevancia si tenemos la obligación o no. Participar de la toma de decisiones tiene que ver, primero, con que surja la necesidad, y luego con que nos interese llegar a encontrar la solución a pesar de todo lo que pueda costar. Mientras sigamos inmóviles ante las cosas que ocurren, siempre habrá “chupasangres” que se aprovechen de la ignorancia y el desinterés, y seguiremos viendo como la corrupción y la avaricia son los ejes de la política oficial. Si remitimos el destino de nuestras vidas a un día, una vez al año (un año para alcaldes y otro para presidente), estamos condenados a ser cómplices silenciosos del mantenimiento de este sistema. Así las cosas, realmente no es importante si para las próximas elecciones el padrón electoral crece 2 millones de personas, lo que importa es que de a poco vayamos construyendo la alternativa popular que responda a nuestras necesidades y que esos 2 millones de personas no solo sean número para alcanzar el porcentaje ganador, sino sujetos activos en la construcción de un sistema diferente.


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