sábado, 23 de junio de 2007

EL CAMPO POPULAR


Intentar hacer un análisis de lo que ocurre hoy en el campo popular resulta un ejercicio sociológico muy dado en grupos u organizaciones para “definir su estrategia política”, es decir, de que forma actuarán para intervenir algún territorio, la mayoría de las veces con la noble intención de crear las condiciones que permitan avanzar en el camino de cambiar este sistema. Hoy vamos a dejar de lado este ejercicio intelectual y discursivo y vamos a partir de la premisa de que, en este campo, como muchos y muchas saben, “... no hay llaves maestras”. La segunda premisa que es imposible de olvidar es que el capitalismo ha tenido éxito y tiene nuestras poblaciones llenas de pasta base, cesantía, maltrato, deserción escolar y “locos” que por salvarse solos no dudan en joder a sus vecinos, entre tantas otras cosas. Otro argumento es que desde la dictadura el sistema se ha empeñado, mediante el miedo, de convertirnos en individuos egoístas, consumistas, arribistas y desinteresados por el otro. Por último, nuestra tercera premisa va a ser que la concertación ha sido el monigote del sistema para perpetuar estas condiciones y que la derecha no lo hubiese hecho diferente ni lo hará. Todo esto, mezclado, se vive en las poblaciones todos los días. De ahí que en las jornadas de protesta, salga tanta gente a la calle, desde el más “pelusa” hasta los organizados y que las poblaciones se transformen en campos de batalla entre los pobladores y los guardianes del sistema. Y, claro, el gobierno y la opinión pública impulsan y legitiman que los pacos salgan como energúmenos a las calles para evitar que los desadaptados de siempre sigan destruyendo “la propiedad pública y privada”. Termina el enfrentamiento y la población vuelve a su realidad cotidiana... la vecina, que es de la UDI, sale en la tele quejándose de los delincuentes, el alcalde asegurando que hechos tan terribles no seguirán ocurriendo por que en “su” población no hay cabida para quienes no se atrevan a dar la cara. Mientras, los organizados siguen esforzándose por darle mayor sentido político a cada acto que se realice en la población. Por que el descontento radicalizado una noche no es lo mismo que la organización real de la clase, que debería ser dada no sólo por quienes plantean una propuesta política, sino por todos los sujetos que se desenvuelven en un territorio, desde el momento en que se reconocen a sí mismos como sujetos sociales y políticos. Pero las buenas intenciones no son suficientes. Un concepto tan manoseado como ATOMIZACIÓN, es real hoy día y los trabajos no se articulan a no ser por pequeños esfuerzos o iniciativas entre sectores que más o menos se identifican entre sí, por trabajos, visiones, experiencias, etc. La mayor parte del tiempo, cada trabajo se desarrolla encerrado en cada territorio y cuesta mucho transformarlos en un esfuerzo colectivo real, y si a eso le sumamos todos los prejuicios que aparecen al momento de acercarnos a otros trabajos… Tampoco se trata de abrir las puertas de par en par para que los oportunistas de siempre lleguen solo a izar sus banderas, pero mientras no seamos capaces de construir un proyecto político de clase, sustentado en un análisis científico de las condiciones materiales que necesitamos crear para lograr la transformación real de la sociedad, seguiremos desenvolviéndonos bajo la lógica del “asistensialismo”, no podemos esperar a que las contradicciones propias del sistema lleven a la revolución social, ni tampoco creer que lo que no nos brinda podemos entregárnoslo nosotros mismos. Ciertamente, grupos que se identifican con estos planteamientos no son los únicos que intervienen en las poblaciones. También aparecen los neonazis, la udi a través de comités de seguridad, la concertación con centros culturales o clubes deportivos, y las iglesias. Pero hay que demostrar que no somos eso, que no creemos en el cambio ni en el piensa positivo, y debemos hacerlo con trabajo efectivo, organizado, transparente y horizontal, nuestros trabajos en las poblaciones deben alcanzar una connotación distinta, tenemos que recuperar nuestros espacios y ocuparlos, pero con un sustento político en el cuál nuestra clase pueda reconocerse. Tal vez no será el nuestro o el del grupo de al lado, pero debemos esforzarnos en construirlo, ya que no se trata de una competencia por quién ganará, sino de la construcción colectiva de una forma de vida diferente y digna.
Entonces a la par con nuestro trabajo cotidiano deberíamos hacer esfuerzos por descubrir que es lo que nos unirá, cual es el proyecto político, la propuesta general estratégica, como me acerco a otros grupos y conocer su trabajo, enriqueciéndonos con su experiencia, sumando la nuestra.

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