viernes, 27 de julio de 2007

ACTUALIDAD LATINO AMERICANA



“ La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino” Simón Bolívar

Muchas veces nos preguntamos ¿Cómo es que en países como Venezuela, Bolivia o Ecuador, los movimientos populares tienen mucho más protagonismo que en Chile? En contraposición con una primera pregunta que nos hacemos a diario aquí en Chile ¿Porqué el movimiento social y sus organizaciones están tan débiles?
Por tener una breve referencia en el tiempo, recordemos como en Bolivia en la década del 50, se desarrolla un gran movimiento revolucionario, con protagonismo de los trabajadores - especialmente de mineros- e indígenas, , organizados y con gran conciencia política. En Chile, en la década de los 60 y durante el gobierno de la UP, el movimiento de pobladores, estudiantes, trabajadores y campesinos activamente organizados, eran capaces de dar grandes luchas no sólo reivindicativas, sino con alcances políticos mayores.
Hoy día, nuestro movimiento popular chileno, aparece débil, con miles de pequeños esfuerzos aislados unos de otros, dispersos, con una conciencia política baja. ¿Cómo es que estamos llegamos a éste nivel tan bajo de lucha?.
Durante la última década nos ha llamado poderosamente la atención diferentes manifestaciones populares, como el reventón de Argentina, donde en pocos meses tuvieron 4 presidentes, donde los más pobres, los despojados, “los nadies”, se alzaron para exigir con gran fuerza y con espíritu intransigente al Estado y al resto de la sociedad, sus derechos básicos de ser tratados como HOMBRES Y MUJERES DIGNOS (ver documental “La dignidad de los nadies”).





En Bolivia, hace pocos años una poderosa movilización de organizaciones de trabajadores e indígenas, se enfrenta al Estado y el gobierno de turno para exigir casi las mismas reivindicaciones sociales y económicas, atravesadas obviamente por sus propias características locales. Demostraron en el transcurso de sus movilizaciones que los gobiernos corruptos de derecha y profundamente ligados al imperialismo, no eran capaces de solucionar los problemas de fondo de la sociedad boliviana, y lograron elegir a sus propios dirigentes comprometidos con los intereses populares, representados todos por Evo Morales quien al final fue elegido Presidente y lleva adelante un programa de defensa de las riquezas del país (gas) y de dar una nueva institucionalidad ligada a los intereses de los mas pobres.
En Venezuela, si bien es cierto al principio no estuvo claro cual era el objetivo del gobierno de Hugo Chávez, aunque se enfrenta a los sectores de derecha y empresariales, es después del fracasado intento de golpe del año 2002 que hace más explicito su programa de gobierno. Chávez, con la legitimidad que le dio haber derrotado la asonada de la derecha empresarial, después de haberse voluntariamente sometido a una consulta popular para su ratificación el gobierno, donde obtiene un gran apoyo popular, es a partir de este momento que decide radicalizar el proceso, tomando medidas como: la creación de los consejos comunales, instituciones de gobierno local; se avanza en el desarrollo de un nuevo modelo productivo alternativo al capitalista. Un modelo que procura el equilibrio territorial, el desarrollo armónico y proporcional de las regiones para superar la problemática del hacinamiento y colapso de las cinco grandes ciudades en las que se concentra el 75% de la población. Se aumenta el número de empresas recuperadas en manos de los trabajadores. En fin, medidas que de una u otra forma tiende a proteger los intereses populares y a aumentar la participación de los sectores sociales más pobres. Esto dentro de una tremenda arremetida de los sectores empresariales y políticos de derecha, especialmente comunicacional, apoyados por otros países como Chile donde la TV se ha dedicado sistemáticamente a distorsionar la realidad venezolana y a enjuiciar duramente a Chávez (Chile, fue uno de los primeros en reconocer el gobierno de los golpistas que duraría un día).


En Ecuador, otro proceso similar aún no termina de definirse claramente cual será su fin, pero durante este período, han sido las organizaciones sociales especialmente las indígenas, las que han obligado a formular cambios, a legitimarse como protagonistas de las propuestas, a incidir fuertemente en las coyunturas y en los pasos que su clase política se vé obligada a seguir. La elección de Correa como Presidente después de gobiernos fracasados de la derecha, quien se declara partidario de las ideas centrales de los programas de Chávez y de Morales, lo hacen aparecer dentro de la trilogía “!demonizada” por los Estados Unidos.
En otra dimensión con características diferentes, en Nicaragua es electo Daniel Ortega del Frente Sandinista, una intención popular de rechazar los gobiernos de derecha que tuviera este país después de la revolución sandinista.

Las características principales de todos estos procesos han sido la de declararse anti-imperialistas, rechazar el neoliberalismo como sistema global de relaciones político-económicas y la defensa de los intereses populares.
En este panorama, Chile, aparece como un país isla donde el neoliberalismo y las relaciones globalizadas son no sólo aceptadas sino que desarrolladas en consenso tanto por la Concertación como por la Alianza. Los programas de la Concertación y su puesta en marcha en sus gobiernos, han aumentado la concentración de la riqueza, aumentado la brecha entre ricos y pobres, y por otro lado se han alineado irrestrictamente con el imperialismo, actuando de peones para descalificar y enfrentar a los procesos en Bolivia, Venezuela o Cuba.
¿Porque Chile puede asumir esta conducta? ¿Porqué la Concertación se desliga tan fácilmente de su discurso populista de “equidad social, más democracia, gobierno ciudadano?. Básicamente porque desde que asumiera el proceso post dictadura militar, se dedicó a debilitar la organización social en todas sus formas. Aprovechando el cansancio producido por la larga lucha contra la dictadura, las transformaciones sociales producidas por los militares en sus 17 años de dictadura, la implementación brutal del neoliberalismo, el estímulo al consumismo, los cambios drásticos en las relaciones empresa-trabajador, el alto valor dado al individualismo, el castigo que se daba a la solidaridad de clase, todos estos y otros factores contribuyeron grandemente a tener hoy día un movimiento popular débil, con poca conciencia del poder potencial que tienen sus organizaciones y su rol en el proceso productivo. Ello a pesar de las escasas movilizaciones en torno a reivindicaciones sectoriales, como por ejemplo los deudores habitacionales que incluso van divididos en su pelea y con acusaciones de que algún sector seria manejado directamente por la UDI. Los estudiantes definitivamente no lograron “prender” este año con su movilización porque también están divididos, y sus reivindicaciones poco claras o al menos no consensuadas. Los universitarios, en la práctica negaron su apoyo. La CUT con su escasa capacidad de movilización sólo decidió “salirse” de la mesa de negociación del sueldo mínimo pero sin ninguna pelea que dar, y el gobierno volvió a imponer su criterio. Podríamos enumerar otros conflictos recientes: los trabajadores sub-contratados de CODELCO, los del sector forestal de Concepción, todos los sectores agredidos por daño ambientales que los afecta directamente (Pascua Lama, CELCO en Licantén y Valdivia), etc. Todos son brutalmente reprimidos por la Concertación (trabajador forestal asesinado), con una política sistemática y dirigida a manipular sus dirigencias como en el caso de la CUT y los Estudiantes secundarios, tratándolos de “delincuentes”, “terroristas”, “extremistas” y así desprestigiar los movimientos para que sus organizaciones no tengan el apoyo del resto de la sociedad y cada uno quede luchando en la soledad, enfrentado a la represión y desaprobación de la gran masa de pueblo.

Entro los otros factores no puede escaparse el de los tradicionales partidos de izquierda. La dictadura se encargó exitosamente de desacreditar a los partidos de izquierda, y a ello contribuyó en no menor medida el fracaso y caída de la Unión Soviética.
En lo local, el PC perdió gran capacidad de enfrentar al sistema y ha apostado a crecer dentro del sistema, participando de las elecciones, pero asumiendo con muy poca fuerza el rol de organizador de los trabajadores, o pobladores. Apuesta más a los votos.
Las otras fuerzas de más a la izquierda que no apuestan a la institucionalidad sino más bien a diseñar un proyecto revolucionario, a pesar de sus prolongados esfuerzos, no han tenido la claridad política para hacer un balance real, objetivo que los pueda legitimar ante el pueblo y constituirse en referente para organizar la movilización social.
Por eso no es raro que los miles de grupos de izquierda que realizan “trabajo social” (talleres para jóvenes, para niños, bibliotecas, preuniversitarios, etc) vayan de crisis en crisis una vez que agotan sus cortos objetivos, ya que casi ninguno incluye en sus objetivos, el proyectar un crecimiento político, es decir una respuesta de mayor alcance, al contrario, hacen mucho hincapié en la negativa a pensar en organizarse como partido o como movimiento.
Estas son las explicaciones, pero el diagnóstico que nos permita superar esta fase es mucho más difícil. Más difícil aún entregar líneas que sirvan al desarrollo de organización. Cada sector o grupo cree estar contribuyendo, pero lo hace desde el aislamiento, desde cerradas perspectivas, muchas veces poco objetivas.

Por eso es bueno mirar y apoyar los procesos anti-imperialistas y anti-globalización de Bolivia, Venezuela y Cuba, especialmente, porque pueden ayudar a construir nuestro propio camino, porque podemos decir que sí se puede, que otros pueblos se atreven y lo consiguen, que los fantasmas y las amenazas del imperiaslimo pueden ser derrotadas como en Venezuela, si es que tenemos compromiso con el cambio cultural, social y económico. Porque esos procesos son solidarios entre sí, como lo demuestra la actitud del proceso bolivariano frente a Cuba y Bolivia y que nos apoyarán si hacemos nuestra parte del trabajo.

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