viernes, 27 de julio de 2007

AUGE, la gran estafa


Es por todos conocido que uno de los pilares fundamentales en los cuales ha sustentado la Concertación los supuestos avances de gobierno, es el plan de garantías explícitas en salud GES, más conocido por AUGE. Este plan de gobierno que se inicia en agosto del 2002 ha ido incluyendo paulatinamente diversas patologías llegando hoy a incorporar mas de 60, las cuales se supone son implementadas a lo largo y ancho del territorio. Pero esta “maravillosa” nueva estrategia en salud no ha sido sino la excusa perfecta para intentar hacer creer que un sistema de salud que no funciona, es capaz de dar respuestas reales a quienes más lo necesitan. Lo concreto es que día a día nos encontramos en los distintos Centros de Salud que forman parte del sistema público de atención con enormes deficiencias que se suponen bajo este nuevo régimen de garantías explicitas estarían resueltos. Situaciones como la falta de recursos, insumos, profesionales especialistas que absorban la demanda de pacientes, son parte del panorama cotidiano. Por otro lado la población general desconoce cuales son sus derechos dentro de este plan, pues no existen mecanismos de información adecuados para ello, lo que lo hace aún más inoperante. El gobierno en el afán de continuar con su ya acostumbrada política de las mentiras, ha creado en el ideario colectivo que este régimen de garantías es la mejor estrategia para resolver las grandes necesidades en salud, pero sabemos que ésta -así como muchas de las medidas generadas- son soluciones parches a un problema más profundo y complejo que tiene que ver con que en este modelo neoliberal la salud es concebida como una mercancía y no como un derecho de todos y cada uno y como un deber del estado el proveer de las condiciones necesarias para que éste funcione, un modelo que concibe al paciente como un cliente o un usuario y no como un ser humano en busca de soluciones concretas y reales a su deficiente situación de salud. También es claro que bajo este concepto se enmarca un grupo de gobierno incapaz de hacer o generar políticas, que se ha dedicado a administrar un modelo que beneficia a una ínfima parte de los componentes que conforman nuestra sociedad y que son quienes por tener el poder económico determinan el curso de ésta y otras estrategias.
El otro gran desacierto apunta a que la izquierda chilena, así como los diversos grupos organizados del sector salud hemos sido incapaces de generar un estado en la población que los impulse a exigir soluciones concretas, preferimos continuar en la eterna demanda salarial, que es válida, pero que deja al margen el asunto de fondo, o lo que es peor aún, conformarnos con simplemente seguir intentando tapar el sol con un dedo. No podemos concebir un cambio en el sector salud sin que este se produzca también en la educación, en lo laboral, el lo social. En la medida que seamos capaces de romper con el estigma de que la salud al igual que muchos otros derechos NO son favores que nos hace el gobierno, seremos capaces de generar un ambiente donde la salud se conciba como un derecho humano y como una responsabilidad de cada gobierno garantizarla. Sabemos que no es una tarea fácil, pues ataca al modelo en lo medular, en lo conceptual, en la esencia misma de su sustento, pero es nuestro deber iniciar la tarea y continuar en la lucha por un proceso realmente democrático donde nuestras necesidades y nuestros derechos dejen de ser utilizados como banderas de gcampañas electoralistas y donde nuestras demandas no sean un producto o expresión de la desesperación sino de una organización real y efectiva.

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