domingo, 9 de septiembre de 2007

EDITORIAL



Septiembre y la primavera anuncian la renovación y renacer de la naturaleza y la vida.
Sin embargo para nuestro pueblo Septiembre también trae malos recuerdos y dolor, angustia y desesperanza, frustración y rabia. Hace 34 años que nos dieron con un mazo en la cabeza, que tras siglos habíamos osado levantar. En ese entonces nadie supo cuales serían las nuevas condiciones del amo y sus hordas que ataviados de uniformes y máscaras aplastaban la dignidad del pueblo.
Durante 17 años los bufones de uniforme construyeron la telaraña de normas y subterfugios que ordenarían nuestra esclavitud. Bajo el látigo de la muerte y la tortura, ocultaban su plan maestro y fue tanta la barbarie que aún hoy, unos a propósito (Concertación y derecha) y otros por ingenuidad e ignorancia (izquierda en general), siguen entrampados en el tema de las desapariciones, muertes y atropellos varios. Como si eso por sí solo explicara todo y resolviendo eso se arreglara todo para siempre. Por eso cada cierto tiempo (comisiones de por medio) el gobierno pretende comprar a las víctimas y sus familias o algún trasnochado golpista pretende amnistiar a los asesinos (Aylwin y su última gran reflexion “No, yo creo que no es posible saber más”. “Un gobierno que recién asumiera podría decir ya han pasado tantos años... demos vuelta la hoja y terminemos esto". entrevista de El Mercurio)
Sin duda que la justicia es un paso importante para reconstruir y avanzar en pos de la dignidad de un pueblo. Pero esto es sólo el inicio, necesario e indispensable pero inicio al fin.




Lo que nadie en los círculos de poder quiere hacer notar y lo que la izquierda no ha logrado poner en el centro de su construcción, es que la real derrota del movimiento popular (que se inicia en septiembre del 73) no pasa por las víctimas, que la brutalidad de la dictadura sólo es la expresión visible de la real estrategia del imperialismo y sus lacayos nacionales que fue la destrucción y reemplazo del antiguo modelo, por sus normas, de todas las conquistas sociales, políticas y económicas logradas por el pueblo. La esencia de la derrota popular pasa por la des-estructuración cultural y social del pueblo, la aniquilación de todos los basamentos económicos y laborales de protección de los trabajadores y el estado.
Todos los elementos humanos, políticos, económicos y culturales destruídos y reemplazados por la dictadura, son los que explican en gran medida la situación actual de los trabajadores y el pueblo chileno sometidos a la opresión política y explotación económica en la actual fase del capitalismo en chile.
Es contra ello que hoy se impone el deber de luchar, es por recuperar la identidad de clase, la dignidad de pueblo, la solidaridad de hermanos por la que hoy tenemos que trabajar.

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