domingo, 9 de septiembre de 2007

LA LEGITIMA VIOLENCIA


Estamos próximos a conmemorar un nuevo 11, y como todos los años el tema de la violencia política se instala en la mesa de discusión o más bien dicho, se instala en la práctica política porque si se instalara en la discusión, talvez este artículo no tendría razón de ser. Esto porque a todas luces este tema ha sido rara y malamente analizado por la izquierda. El aspecto ético, moral y político de la violencia para nosotros esta ampliamente superado, de estos aspectos nos entregan amplia justificación la historia, la religión, la política y la filosofía por lo que no ahondaremos en ellos.
La violencia política en todas sus formas es un aspecto altamente técnico, que como tal requiere de conocimientos técnicos y científicos para su implementación. Como se verá, estamos haciendo referencia a dos aspectos de la lucha: el político-moral y por otro lado el técnico, como expresión violenta y concreta de la política.
Lo que en este articulo se desea puntualizar es “que no sólo a golpes de justeza moral se gana un enfrentamiento armado, el marxismo-leninismo también predica, y la historia lo demuestra con suficiente elocuencia, que es preciso prepararse y saber combatir, desarrollar la táctica y estrategia adecuadas, y los métodos de lucha más acertados y ajustados a las condiciones de la situación.” (“La guerra de liberación nacional” de Roberto Pérez R.)
La intención de esta opinión no es la de entregar un manual para su uso o dar cátedra sobre la validez de ella, tampoco haremos un juicio moral o político sobre cuando, quienes y como la utilizan; eso quedará a criterio de quienes opten por esta forma de lucha. La única intención de estas líneas es llamar la atención sobre un solo aspecto: la capacidad de quienes la practican. Capacidad que no dice relación con cuantas molotov pueden tirar, sino con la posibilidad de saber hacerlo bien, en el momento oportuno y el lugar apropiado, para que esta acción no produzca efectos contrarios en la población. Hablamos de la capacidad técnica y política para conducir y controlar los efectos que nuestro accionar provoca en las masas y en quienes utilizan la violencia, talvez sea necesario empezar a preguntarse con honestidad ¿Cuál es la diferencia entre vandalismo y violencia revolucionaria? Y luego de esta pregunta, a la luz de su respuesta, empezar a analizar nuestro actuar en estas jornadas de justa movilización.
¿Tenemos claros los objetivos perseguidos con nuestras acciones?, ¿tenemos la preparación adecuada para utilizar los métodos escogidos en nuestras movilizaciones?, ¿sabemos con certeza las posibles consecuencias físicas y represivas a las que nos enfrentamos en el momento de las movilizaciones y a las que nos enfrentaremos con posterioridad a las mismas?, ¿les hemos entregado a los más jóvenes que participan de estas acciones la preparación política, humana y técnica necesaria para que su actuar sea acorde a objetivos políticos y no resultado de la mera calentura del momento o las ganas de sacarse la rabia y desahogarse arriesgando la vida en muchas ocasiones?.
Estamos convencidos de la necesidad de movilizarse, creemos que es justo y necesario revelarse contra las injusticias del sistema, también creemos en la necesidad de la revolución, junto con ello sabemos que la violencia revolucionaria es legítima y fundamental para llevar a cabo la revolución; pero también estamos convencidos que para llegar a ella debemos recorrer un largo camino y por lo mismo, nuestro actuar en las distintas coyunturas debe ser acorde con ello. Creemos que hoy el enfrentamiento violento con el sistema debe estar regido por criterios de aprendizaje, acumulación de fuerza y experiencia por parte de las generaciones que deben llevar a buen puerto este proceso revolucionario, y más importante aun, debemos ser capaces de legitimar ante las masas la violencia, para que en una fase posterior del enfrentamiento sean ellas las que asuman su uso como actores fundamentales e indispensables de las luchas futuras.

Hoy, a días del 11, queremos hacer un llamado a la responsabilidad, a la seriedad de quienes han optado por el uso de la violencia revolucionaria para expresar su rechazo al actual modelo político y económico que rige este país. Responsabilidad en la evaluación objetiva de las reales capacidades políticas, humanas y materiales de llevar el enfrentamiento a niveles en los cuales los costos humanos y políticos sean los menos para el pueblo y sus fuerzas.

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