domingo, 23 de diciembre de 2007

EDITORIAL

Que 20 años no es nada, dice el tango.
Y de 100 ¿podríamos afirmar lo mismo?. Sin duda como todas las cosas de la vida dependerá del cristal con que se mire. Para evaluar la evolución del mundo, 100 años no serán nada, para olvidar un amor sería demasiado; pero para pensar y evaluar un suceso histórico tal vez sea un tiempo prudente

A veces la urgencia de la vida, y la rapidez de los sucesos históricos nos impiden mirarlos con detenimiento y objetividad, lo que es aprovechado por quienes detentan el poder para tergiversar y ocultar las verdades para ellos incómodas. Pero la historia de los pueblos es semilla imperecedera, cuya fuerza vital brota desde lo más profundo del alma popular, regando con su ejemplo los nuevos brotes de lucha y dignidad, dejando sus enseñanzas para las futuras generaciones de hombres y mujeres libres.
Hoy es imprescindible rescatar los elementos significativos, relevantes y ejemplificadores que los obreros salitreros dejaron como legado al movimiento obrero, enseñanzas que a pesar de los esfuerzos desplegados por la burguesía durante un siglo de olvido y mentiras, porfiadamente se yerguen en la memoria popular. Los obreros dignos del presente no pueden ignoran la capacidad de los salitreros para integrar a su lucha a todo el pueblo pampino llevando hasta Iquique a hombres mujeres y niños a exigir en las barbas burguesas, respuestas a sus demandas.
Hoy, cuando los sectarismos solo ayudan a los patrones y a nuestros enemigos en esta lucha centenaria por la dignidad del hombre, es necesario rescatar del olvido el ejemplo unitario del pueblo nortino que congregó en una sola gran movilización a todos los gremios populares, a todas las emergentes corrientes políticas.
En estos tiempos, en que el imperialismo norteamericano y sus lacayos de las burgue cías sudamericanas empeñan todos sus recursos en contra de los pueblos latinoamericanos y sobre todo en contra de aquellos que se atreven a desafiar su poder levantando la dignidad de las mayorías por sobre los intereses comerciales de unos pocos (Cuba, Venezuela, Bolivia), es ante estos sucesos que el ejemplo de los obreros pampinos nuevamente nos da las lecciones que nunca debimos olvidar, la unidad de los pueblos como única arma contra el imperialismo homicida. Se unieron en un solo frente, contra las armas burguesas, chilenos, peruanos, bolivianos e incluso obreros estado unidenses.
Pero por sobre todas las cosas, nos interesa destacar como ejemplo para los luchadores de hoy y de mañana la inquebrantable convicción de luchar contra todo, luchar aún en las condiciones más adversas, ante la prepotencia y el atropello patronal oponer la dignidad, la organización y la movilización como únicos caminos para el pueblo pobre en busca de la justicia y su total emancipación.
De esa lucha centenaria hoy como ayer se escucha más fuerte que nunca en el pecho obrero, en los barrios populares, en las minas de cobre, en los bosques australes.
!! Más vale morir de pié, que estar vivos de rodillas !!

¡¡ Con el ejemplo de los obreros del salitre
A construir la unidad latinoamericana. !!

Antecedentes para la GRAN HUELGA DEL SALITRE


Abreviadamente digamos, que las primeras organizaciones obreras fueron las Mutuales que se fundaron hacia fines del siglo XIX. Estas se proponían básicamente la organización de los trabajadores para enfrentar sus problemas. Una asociación que les permitía defenderse frente a la vida (Socorros Mutuos) y también para proteger el fruto de su trabajo (Protección).
Su práctica principal era la SOLIDARIDAD. Se manifiestan como partícipes de una sociedad en la cual reclaman Deberes y Derechos. Los trabajadores son sujetos partícipes de la sociedad y como tal preocupados de los destinos del país. Fueron las primeras escuelas de lucha, pensamiento, acción y base de las futuras luchas obreras. Surgen las primeras ideas de clase. La mayoría del sector obrero, provenía del campesinado, casi obligado a “engancharse” para trabajar en la incipiente industria nacional, especialmente en las minas del norte.
Las manifestaciones de trabajadores y artesanos venían desarrollándose de hacía mucho tiempo. Algunos ejemplos: Movimiento de Zapateros, Valparaíso, 1853; Rebelión de los mineros de Lota y Coronel en 1859; Huelga de operarios de sastrería en 1861. Rebelión de mineros, Carrizal, 1864; Movimiento de tipógrafos, Santiago, 1872; Huelga obreros portuarios, Valparaíso, 1874. Siendo los primeros movimientos, se caracterizaban por su acción aislada..
Entre estas acciones, es necesario destacar La huelga general de 1890 que “fue un punto de quiebre, una fractura histórica de considerable magnitud en el seno del movimiento popular, a la vez que un hito simbólico que brinda un excelente punto de observación de los procesos que se encontraban en curso. La”huelga” grande” de 1890 marcó -de manera sangrienta- la entrada en la escena social de la moderna clase obrera, en vías de formación en las explotaciones mineras, los puertos y la industria fabril”. (Sergio Grez Toso).

Con el fin de la Guerra del Pacífico, se inicia el período “Ciclo del salitre”, de propiedad de capitales ingleses principalmente que controlaban todo; propiedad, comercialización y mercado financiero. Socialmente significa una gran concentración obrera en el norte, no sólo por el salitre, sino porque paralelamente se desarrolla el ferrocarril y las actividades portuarias. Paralelamente además en el sur, se desarrolla la industria del carbón.
Este fenómeno social fue impactante y entre otros resultados, significó crear condiciones para el desarrollo de las organizaciones obreras activas, con características más orgánicas y con una visión muy clara del rol en la sociedad y el mundo por lo que denuncian las injusticias con acciones. Claro esta que no habiendo legislación “laboral”, todas eran de carácter “ilegal” y operaban de hecho.
A su vez, el desarrollo de estas organizaciones obreras, da lugar a la formación de la organizaciones políticas. Partidos que pretenden expresar y representar políticamente los intereses de los trabajadores, especialmente obreros.
Entre las organizaciones de base, podemos mencionar principalmente: Las mutuales, inicialmente de carácter solidario, defensivo. Estas darán paso a las Sociedades de Resistencia, que se plantean más radicalmente, se oponen al rol del capital, y es la base de su lucha. Su característica principal es la acción directa: conducción de huelgas y de conflictos.
Luego están las Mancomunales: quizás las más importantes como legado. Algunos la definen como una combinación de Anarquismo y Sindicalismo, porque por un lado protege a sus asociados, fomenta la solidaridad y por otro lado, organiza a los obreros frente al patrón, siendo las primeras formas de “sindicatos”. Un rol muy importante que asume, es la educación y formación de la clase obrera. No es raro que la Primera “Combinación Mancomunal” se constituya en Iquique en 1900. Luego en 1904, se realiza en Santiago la primera Convención Mancomunal, que llega a representar a 20.000 afiliados. Eso se expresa en su presencia en casi todos los conflictos, un pensamiento político cada vez más socialista, sus dirigentes perseguidos y encarcelados, hasta llegar a 1907, cuando la brutal represión a los participantes de la Huelga del salitre, los deja muy debilitados.

Estos son los antecedentes históricos que culminan de cierta forma en la Gran Huelga del salitre. Casi medio siglo de dar los primeros pasos, de dar la lucha, de ir formándose y educándose para ampliar sus objetivos, para llegar a entender que son el sujeto más importante de la producción de un país, no importa su número ni su condición. 50 años para darse cuenta de la importancia de la unidad, de ser solidarios entre “asociados”. De entender que las demandas reivindicativas son importantes, pero que su paso superior y necesario, es la acción política que es más integral, porque se pasa a cuestionar su rol, en las sociedad y el rol del capital. Se identifica como parte de una clase, que es explotada por otra que es dueña del capital y de los medios de producción (fábricas, máquinas, herramientas, etc). Que él como obrero solo tiene su fuerza de trabajo, pero que es indispensable en la producción y que es él finalmente el creador de la riqueza.
Este aprendizaje, que hoy aparece relativizado ( “se acabaron las clases”, el mundo es diferente, las condiciones son diferentes, etc), escondido en viejos libros, costó muchas vidas, esfuerzos y sacrificios, que hoy no podemos olvidar. Debemos aprender de nuevo a identificarnos con la clase a la cual pertenecemos. Debemos darnos cuenta que bajo nuevas formas y discurso, siguen existiendo esos mismos patrones que ordenaron la matanza en 1907 y 1973, y que volverán a hacerlo cuando sus intereses lo requieran, y que siguen siendo dueños del capital y de los medios de producción.
Esa es la lección de esta conmemoración. Aprender de las viejas formas de lucha, poniéndolas al día de acuerdo a la actual realidad. Tener el coraje y la fuerza de los viejos mineros del salitre, de los portuarios, de los ferroviarios, de los mineros del carbón, que nos han dejado este inmenso legado de lucha y generosidad.

El Caliche y las causas de la Huelga.






El salitre se producía en instalaciones llamadas “oficinas”, donde los obreros trabajaban en condiciones casi de esclavitud. A través del diario y de “enganchadores”, engañaban a cientos de campesinos especialmente para ir a trabajar al norte, para después someterlos a condiciones de esclavitud y servidumbre, todo ello con la seguridad que entregaba el estado a través de la policía y las tropas. El trabajo se realizaba bajo inaceptables condiciones, incluso para esa época. Tanto es asi que se estima que la edad promedio que alcanzaba un obrero de las salitreras era de 25 años.

El trabajo podría resumirse en tres faenas.
1.- Cateo y extracción: allí los obreros deben abrir a punta de “barrenos”, y con dinamita, las capas del caliche. Otros trabajadores se encargarán de deshacer estos grandes pedazos de caliche. Después otro grupo se encargará de cargar las carretas y transportar el material bruto a las chancadoras.
2.- Elaboración: en las chancadoras, los operarios se encargan de triturar los trozos de caliche, para después ser llevados a los “cachuchos” para ser disueltos mediante agua y calor
Este “caldo” se vaciará en otros contenedores, donde se separara el material de residuo, y luego el salitre cristaliza.
3.- Ensacado y transporte, otros obreros llevaran este cristal en bateas hacia las canchas, donde será ensacado y luego llevado hasta el ferrocarril.
Cada faena cuenta con un grupo de trabajadores que casi siempre realiza la misma función, incorporando en cierta medida el concepto de “trabajo en serie”. Además de los trabajadores que intervienen en el proceso mismo, existían otros que tenían funciones auxiliares en maestranzas o en terreno, como fundidores, herreros, carpinteros, etc.

Como decíamos al principio, las condiciones de trabajo eran las de un esclavo. No pocos murieron manipulando la dinamita. Otros a veces morían o quedaban mutilados al caer a las “chancadoras” o los “cachuchos”. A otros los afectó a largo plazo, el polvo que se introdujo en sus pulmones, provocando la silicosis. No menos insoportable eran los 50º o más grados que había en el proceso de separar el salitre en los cachuchos y los gases tóxicos que se desprendían. Los cargadores, tenían que soportar sobre sus espaldas no solo el peso del salitre sino también la acción del mismo sobre su piel.
Normalmente las “instalaciones” y talleres de trabajo no poseían ninguna condición de salud; ventilación, electricidad, agua, etc.
Más allá del procesamiento del caliche, su sueldo era pagado con fichas, se le descontaban innumerables cosas. Las fichas sólo podían usarse en las “pulperías” (almacenes) de las “oficinas” que también eran de propiedad del patrón. Así el dueño de la mina se ahorraba tener que disponer de capital para el pago de mano de obra, obligaba al obrero a permanecer en la mina, y lo convertía en su propiedad. Era casi imposible que el obrero pudiera renunciar, porque casi siempre quedaba en deuda con el patrón a fin de mes. Además los guardias armados impedían que se fugara.
A quien protestara, iniciara organizaciones, quisiera irse, o fomentara huelgas, era castigado brutalmente, entre otras durante días permaneciendo en los “cepos” (manos y pies sujetos y encadenados a tablones que los dejaban inmóviles y doblados).

Tan brutales eran las formas de trabajo, tan humillante el trato, tan injusto el pago, tanta riqueza que se llevaba el patrón. Tanta la ostentación de los ricos. Tan arrogante y prepotente el capataz, que de a poco se fue gestando la gran Huelga, tomando las experiencias de 50 años de lucha de otros obreros y artesanos. Súmese a ello la crisis económica que significaba el aumento de precios de los alimentos, la devaluación de la moneda.
Poco a poco los dirigentes fueron dando los pasos para coordinar lo más posible a las oficinas salitreras. En noviembre de ese año laboraban en los distritos salitreros de Tarapacá y Antofagasta cerca de 40.000 operarios, de los cuales 13.000 eran extranjeros: bolivianos y peruanos en su mayor parte, que se habían quedado después de terminada la guerra.

A principios de Diciembre (4 dic) fueron los trabajadores ferroviarios que se declararon en huelga exigiendo el pago de sus sueldos a una tasa más alta (16 peniques). Luego serán los trabajadores portuarios del salitre los que exigirán los mismo. Ambos conflictos se resuelven, pero se expande a las salitreras. Primero el cantón de Alto San Antonio. Luego se unirá la Oficina San Lorenzo, después la Oficina Santa Lucía. Para el 14 de Diciembre había cerca de 30 oficinas en huelga, y empezaban la marcha hacia Iquique.
También empezaba a llegar la represión decretada por Pedro Montt (Presidente). El crucero Blanco Encalada llega a Iquique. Llega el Regimiento "Rancagua". El 18 de diciembre echaba anclas en la bahía el crucero "Esmeralda" que traía tropas del Regimiento de Artillería de Costa, de Valparaiso. El Ministro del Interior, Rafael Sotomayor autoriza aumentar el número de la policía. El intendente Eastman vuelve a Iquique junto a Silva Renard y el Regimiento "O'Higgins" y comunica a los huelguistas “" Mi viaje obedece a este propósito, de volveros a ver de nuevo en vuestras faenas, contentos y tranquilos."

El ministro Sotomayor ordena al Intendente: " Proceda como en Estado de Sitio cese inmediato oficinas interior prohibición gente ir Iquique”.
La parte patronal se negó sistemáticamente a lograr acuerdos, o dar concesiones a los trabajadores y exigieron y presionaron por la actuación de las “fuerzas del orden”: policía, militares y marinos.
La tragedia se desató cuando el general de brigada Roberto Silva Renard, ordenó fuego a las 3 3/4 horas de la tarde. El general hizo avanzar 2 ametralladoras bajadas del crucero Esmeralda, un piquete del Regimiento O'Higgins, y el piquete de la marinería situada en calle Latorre.
Según el propio Silva Renard calculó que en el interior de la escuela habrían 5.000 personas y afuera 2.000. Al principio el número de muertos según cifras oficiales eran apenas unos cuantos. Después los testigos y periodistas, los testimonios y documentos permiten decir que los muertos fueron al menos más de 200. Los dirigentes máximos del movimiento de los pampinos José Briggs y Luis Olea, no murieron en la escuela misma, sino que fueron capturados después y asesinados. La verdad que siempre todos supieron que fueron acribillados miles de obreros, mujeres y niños.
Recién hoy se da a conocer públicamente lo que estaba a vista de todos. En una fosa en Iquique se han encontrado al menos 862 restos de mineros masacrados en la escuela Sta María..
Los trabajadores el 16 de diciembre de 1907, presentaron sus demandas en un Memorial:
1- Aceptar que mientras se supriman las fichas y se emita dinero sencillo cada Oficina representada y suscrita por su Gerente respectivo reciba las de otra Oficina y de ella misma a la par, pagando una multa de $ 50.000, siempre que se niegue a recibir las fichas a la par.
2-Pago de los jornales a razón de un cambio fijo de 18 peniques.
Libertad de comercio en la Oficina en forma amplia y absoluta.
3- Cierre general con reja de fierro de todos los cachuchos y chulladores de las Oficinas Salitreras, so pena de pagar de 5 a 10.000 pesos de indemnización a cada obrero que se malogre a consecuencia de no haberse cumplido esta obligación.
4- En cada oficina habrá una balanza y una vara al lado afuera de la pulpería y tienda para confrontar pesos y medidas.
5- Conceder local gratuito para fundar escuelas nocturnas para obreros, siempre que algunos de ellos lo pida con tal objeto.
6- Que el Administrador no pueda hacer arrojar a la rampla el caliche decomisado y aprovecharlo después en los cachuchos.
7- Que el Administrador ni ningún empleado de la Oficina pueda despedir a los obreros que han tomado parte en el presente movimiento, ni a los jefes, sin un desahucio de 2 a 3 meses, o una indemnización en cambio de 300 a 500 pesos.
8- Que en el futuro sea obligatorio para obreros y patrones un desahucio de 15 días cuando se ponga término al contrato.
9- Este acuerdo una vez aceptado se reducirá a escritura pública y será firmado por los patrones y por los representantes que designen los obreros.

Estas fueron las demandas que la clase patronal y el gobierno de Pedro Montt, consideraron inaceptables, ni siquiera dignas de negociación y por lo cual ordenaron al General Silva Renard disparar sin restricción sobre los huelguistas que se alojaban en la Escuela Santa María de Iquique.
Los huelguistas jamás tuvieron miedo a la metralla. Como relata la historia, con sus pechos al frente enfrentaron la muerte. La justa demanda valía la pena. Digno ejemplo para las generaciones actuales. Eso es dignidad. Eso es coraje. Eso es Unidad y Solidaridad. Ojalá estos valores existieran hoy día en las demandas del conjunto de trabajadores, pobladores y estudiantes.

PRENSA OBRERA.


“... la memoria actúa como un recurso social disponible..., la memoria registra, ordena y ofrece conocimientos que pueden ser puestos en práctica, se trata en definitiva, de un “corpus de conocimientos” que se nutre de una práctica empírica transmitida de generación en generación por medio de distintos tipos de vínculos y redes de comunicación.” (Memoria de las mujeres: espacios e instancias de participación. Prensa Feminista, Centros anticlericales Belén de Sárraga y Teatro Obrero. Maria José Correa y Olga Ruiz. Magíster en Género y Estudios Culturales, Universidad de Chile)

La escritura es una herramienta capaz de generar sus propios efectos de sentido, de tal manera que se constituye en “poder”. Históricamente ha sido una forma elitista de expresar “el mundo”, a la cuál han tenido acceso solo unos pocos. Inclusive hoy, tiempos en que los niveles de analfabetismo son notablemente menores que a principios del siglo pasado, sólo por dar un ejemplo, los que escriben nuestra historia, los que tienen el monopolio de la prensa (no solo escrita) son quienes ejercen el poder. Por lo tanto, los “efectos de sentido” que nos entregan, la expresión de la realidad que nos muestran tiene el mismo objetivo que hace mas de un siglo. Al revisar múltiples materiales bibliográficos, resurge el tema, tan importante creo yo, de rescatar nuestra memoria histórica, esta vez, desde una de las formas que encontraron los trabajadores y trabajadoras para luchar contra la explotación y por la dignidad.
A principios del S. XX, en Chile, la prensa, múltiples libros y folletos trataban temas como el alcoholismo, la mortalidad infantil, la prostitución, la miseria en las viviendas y las condiciones insalubres en las que vivía parte importante de la población. Ya en 1909 “El Mercurio” de Stgo. publicaba que más de 100.000 personas (un cuarto de la población) vivía en condiciones insalubres. Son tiempos en los cuáles el escenario internacional ponía en boga el famoso tema de “la cuestión social”, por lo tanto la burguesía criolla no podía quedarse fuera de la contingencia mundial. Al igual que hoy, que el Mercurio hablase de cómo viven los pobres no significó para nada una intencionalidad diferente. Mientras la oligarquía vivía en su situación de privilegio económico, construían significado compartido de la realidad, y se referían a estos temas como los que podían verse en el campo y en los suburbios de la ciudad.
Era la expresión de la “cultura” burguesa, una cultura de clase basada en el monopolio de la cultura, desarrollada por la minoría y para la minoría. A la par con el surgimiento del movimiento obrero, desde los últimos años del S. XIX en adelante, las ideas anarquistas se transformaron en una corriente contra-cultural, con profunda visión crítica y la determinación de desenmascarar los “valores”, costumbres, creencias y sistemas de autoridad y ejercicio de poder de la clase dominante.
El movimiento obrero fue la herramienta primordial que establecieron los trabajadores para enfrentar, organizadamente, a la clase patronal en la lucha por mejorar las condiciones de vida en que se desenvolvían en el capitalismo.
Una de las formas de difundir y continuar organizando al movimiento obrero, fueron los periódicos, a través de los cuales difundían las actividades desarrolladas por todos los militantes, organizando mítines, dictando conferencias, publicando propaganda, etc.
De esta forma no pasaron inadvertidos para la burguesía, fue tan imprevisto y tan abrumador, por lo inesperado, que pronto los sectores burgueses comenzaron la persecución. Era un grupo de sublevados que intentaban romper su “apacible opresión política y económica”, por lo tanto debían reaccionar. La prensa burguesa comenzó a atacar de todas las formas posibles a estos grupos, pedían a las autoridades la supresión de todos los pasquines que aparecieran. Afortunadamente, todos los pataleos no fueron suficientes.
La zona del salitre había encontrado un arma poderosa. En las pampas comenzaron a sucederse a menudo huelgas. El primer periódico de tendencia socialista que comenzó a publicarse en Iquique, interpretaba las aspiraciones de los trabajadores del salitre y los alentaba en sus luchas.
Proveniente del sector anarco-sindicalista, se formó un grupo organizado de unos 15 militantes para combatir la dictadura de Carlos Ibáñez en 1927. Con grandes esfuerzos lograron instalar una pequeña imprenta clandestina, desde donde sacaban volantes destinados a los trabajadores con el fin de mantener vivo el espíritu de rebeldía en contra del militarismo burgués. Alcanzó a editar dos números de un periódico.
Se celebraba el Centenario, mostrando un país cívico, con instituciones sólidas y un estado en progreso. La prensa dominante celebraba los 100 años de nación independiente. Sin embargo, algunos intelectuales y escritores desenmascararon la legitimidad del discurso oficial. Develaron el rostro y la voz de un país escondido a propósito. La “cuestión social” no era en realidad un tema relevante. A través de muchas y variadas publicaciones, se acusaba la corrupción dentro del sistema liberal-capitalista, la inexistencia de una preocupación real por los problemas que aquejaban a la población mas pobre. La mortalidad infantil, el alcoholismo, la prostitución y el hacinamiento eran problemas reales que se habían generalizado en la población. (Una vez más la historia parece golpearnos en la cara!!). Durante esos años, nació una literatura “del malestar”, de la cual uno de sus principales exponentes fue Recabarren. Estas denuncias penetraron en los sectores populares, al interior de los cuales las ideas anarquistas y socialistas generaron una conciencias, cada vez mayor, de que la modernidad sólo beneficiaba a la oligarquía liberal.
Junto con la expansión del movimiento obrero, surgieron sindicatos de mujeres y mixtos. Entre 1907 y 1908 al menos 22 asociaciones de este tipo se formaron en Stgo. El aumento de la participación femenina en el mundo laboral fue en aumento. En 1907 conformaba casi un tercio de la población económicamente activa. No podía, entonces, quedarse fuera de las demandas. Las mujeres se caracterizaron por su potencial organizativo y de movilización, participaron activamente y en gran número en las huelgas obreras. Desde la prensa obrera se les alentaba a estudiar, a prepararse, abriendo un espacio para reflexionar de modo crítico sobre la participación de la mujer en la lucha por el cambio revolucionario. La corriente del feminismo obrero se desarrolló con el surgimiento del primer periódico redactado por una mujer, “La Alborada”, que se propuso promover la participación social femenina. Un año después apareció un periódico feminista de propaganda emancipadora llamado “La Palanca”, que era el órgano oficial de la Asociación de costureras de Stgo. Independiente de las diferentes visiones respecto al tema, no podemos obviar que el feminismo logró posicionarse fuertemente al interior de la prensa obrera, abriendo un debate acerca de la identidad de la mujer trabajadora y su rol en la lucha social y revolucionaria. En la zona salitrera, los centros femeninos alcanzaron gran relevancia y permanencia. Se destacaron por el número de afiliadas y la diversidad de actividades que desarrollaban. Entre los objetivos estaba la denuncia del alto costo de la vida, los abusos del sistema de pulperías, el derecho al descanso dominical, campañas antialcohol y la promoción de las ideas de emancipación de la mujer. Dentro de las actividades que realizaban, destacan la preparación de conferencias, lecturas de poesía y pequeñas obras de teatro. Estas actividades se transformaron en los medios mas difundidos para entregar recreación y educación a los pampinos y sus familias. En general, este aporte ha sido silenciado por la historia oficial y es nuestra labor examinar estas experiencias para comprender, no solo realidades, sino también miradas y proyectos. Tanto la prensa obrera como el teatro obrero fueron espacios de aprendizaje social y participación, se constituyeron como espacios de creación y transgresión, de experiencias autónomas y autogestionadas que lograron ser la voz de quienes habían sido mantenidos en silencio.
“El vínculo que las mujeres podemos establecer con nuestra propia historia, no puede limitarse a un rescate puramente testimonial de las experiencias pasadas. La recuperación de una historia que se ha forjado colectiva y organizadamente a lo largo de distintos y complejos procesos históricos, tienen un sentido y una proyección política. Este retorno hacia nosotras mismas, posee una dimensión profundamente social, ya que no solo permite un acercamiento crítico a las experiencias pasadas, sino también fortalecer los lazos de nuestra identidad colectiva”. (Op. Cit.)
Si bien gran parte de la información recogida para este artículo corresponde a un ensayo de Magíster en Género, creo que es absolutamente válido para representar, mas allá del género, la importancia de establecer un vínculo real con nuestra historia como pueblo explotado y construir desde nuestra memoria histórica una identidad de clase que nos permita cimentar el camino para la sociedad que queremos construir. No se trata de una mirada nostálgica ni lastimera del pasado, sino de la memoria histórica que cobra fuerza cuándo es un una fuente de saber tan potente que es capaz de orientar nuestras acciones presentes y vislumbrar las futuras.




PRENSA OBRERA.

“... la memoria actúa como un recurso social disponible..., la memoria registra, ordena y ofrece conocimientos que pueden ser puestos en práctica, se trata en definitiva, de un “corpus de conocimientos” que se nutre de una práctica empírica transmitida de generación en generación por medio de distintos tipos de vínculos y redes de comunicación.” (Memoria de las mujeres: espacios e instancias de participación. Prensa Feminista, Centros anticlericales Belén de Sárraga y Teatro Obrero. Maria José Correa y Olga Ruiz. Magíster en Género y Estudios Culturales, Universidad de Chile)

La escritura es una herramienta capaz de generar sus propios efectos de sentido, de tal manera que se constituye en “poder”. Históricamente ha sido una forma elitista de expresar “el mundo”, a la cuál han tenido acceso solo unos pocos. Inclusive hoy, tiempos en que los niveles de analfabetismo son notablemente menores que a principios del siglo pasado, sólo por dar un ejemplo, los que escriben nuestra historia, los que tienen el monopolio de la prensa (no solo escrita) son quienes ejercen el poder. Por lo tanto, los “efectos de sentido” que nos entregan, la expresión de la realidad que nos muestran tiene el mismo objetivo que hace mas de un siglo. Al revisar múltiples materiales bibliográficos, resurge el tema, tan importante creo yo, de rescatar nuestra memoria histórica, esta vez, desde una de las formas que encontraron los trabajadores y trabajadoras para luchar contra la explotación y por la dignidad.
A principios del S. XX, en Chile, la prensa, múltiples libros y folletos trataban temas como el alcoholismo, la mortalidad infantil, la prostitución, la miseria en las viviendas y las condiciones insalubres en las que vivía parte importante de la población. Ya en 1909 “El Mercurio” de Stgo. publicaba que más de 100.000 personas (un cuarto de la población) vivía en condiciones insalubres. Son tiempos en los cuáles el escenario internacional ponía en boga el famoso tema de “la cuestión social”, por lo tanto la burguesía criolla no podía quedarse fuera de la contingencia mundial. Al igual que hoy, que el Mercurio hablase de cómo viven los pobres no significó para nada una intencionalidad diferente. Mientras la oligarquía vivía en su situación de privilegio económico, construían significado compartido de la realidad, y se referían a estos temas como los que podían verse en el campo y en los suburbios de la ciudad.
Era la expresión de la “cultura” burguesa, una cultura de clase basada en el monopolio de la cultura, desarrollada por la minoría y para la minoría. A la par con el surgimiento del movimiento obrero, desde los últimos años del S. XIX en adelante, las ideas anarquistas se transformaron en una corriente contra-cultural, con profunda visión crítica y la determinación de desenmascarar los “valores”, costumbres, creencias y sistemas de autoridad y ejercicio de poder de la clase dominante.
El movimiento obrero fue la herramienta primordial que establecieron los trabajadores para enfrentar, organizadamente, a la clase patronal en la lucha por mejorar las condiciones de vida en que se desenvolvían en el capitalismo.
Una de las formas de difundir y continuar organizando al movimiento obrero, fueron los periódicos, a través de los cuales difundían las actividades desarrolladas por todos los militantes, organizando mítines, dictando conferencias, publicando propaganda, etc. De esta forma no pasaron inadvertidos para la burguesía, fue tan imprevisto y tan abrumador, por lo inesperado, que pronto los sectores burgueses comenzaron la persecución. Era un grupo de sublevados que intentaban romper su “apacible opresión política y económica”, por lo tanto debían reaccionar. La prensa burguesa comenzó a atacar de todas las formas posibles a estos grupos, pedían a las autoridades la supresión de todos los pasquines que aparecieran. Afortunadamente, todos los pataleos no fueron suficientes.
La zona del salitre había encontrado un arma poderosa. En las pampas comenzaron a sucederse a menudo huelgas. El primer periódico de tendencia socialista que comenzó a publicarse en Iquique, interpretaba las aspiraciones de los trabajadores del salitre y los alentaba en sus luchas.
Proveniente del sector anarco-sindicalista, se formó un grupo organizado de unos 15 militantes para combatir la dictadura de Carlos Ibáñez en 1927. Con grandes esfuerzos lograron instalar una pequeña imprenta clandestina, desde donde sacaban volantes destinados a los trabajadores con el fin de mantener vivo el espíritu de rebeldía en contra del militarismo burgués. Alcanzó a editar dos números de un periódico.
Se celebraba el Centenario, mostrando un país cívico, con instituciones sólidas y un estado en progreso. La prensa dominante celebraba los 100 años de nación independiente. Sin embargo, algunos intelectuales y escritores desenmascararon la legitimidad del discurso oficial. Develaron el rostro y la voz de un país escondido a propósito. La “cuestión social” no era en realidad un tema relevante. A través de muchas y variadas publicaciones, se acusaba la corrupción dentro del sistema liberal-capitalista, la inexistencia de una preocupación real por los problemas que aquejaban a la población mas pobre. La mortalidad infantil, el alcoholismo, la prostitución y el hacinamiento eran problemas reales que se habían generalizado en la población. (Una vez más la historia parece golpearnos en la cara!!). Durante esos años, nació una literatura “del malestar”, de la cual uno de sus principales exponentes fue Recabarren. Estas denuncias penetraron en los sectores populares, al interior de los cuales las ideas anarquistas y socialistas generaron una conciencias, cada vez mayor, de que la modernidad sólo beneficiaba a la oligarquía liberal.
Junto con la expansión del movimiento obrero, surgieron sindicatos de mujeres y mixtos. Entre 1907 y 1908 al menos 22 asociaciones de este tipo se formaron en Stgo. El aumento de la participación femenina en el mundo laboral fue en aumento. En 1907 conformaba casi un tercio de la población económicamente activa. No podía, entonces, quedarse fuera de las demandas. Las mujeres se caracterizaron por su potencial organizativo y de movilización, participaron activamente y en gran número en las huelgas obreras. Desde la prensa obrera se les alentaba a estudiar, a prepararse, abriendo un espacio para reflexionar de modo crítico sobre la participación de la mujer en la lucha por el cambio revolucionario. La corriente del feminismo obrero se desarrolló con el surgimiento del primer periódico redactado por una mujer, “La Alborada”, que se propuso promover la participación social femenina. Un año después apareció un periódico feminista de propaganda emancipadora llamado “La Palanca”, que era el órgano oficial de la Asociación de costureras de Stgo. Independiente de las diferentes visiones respecto al tema, no podemos obviar que el feminismo logró posicionarse fuertemente al interior de la prensa obrera, abriendo un debate acerca de la identidad de la mujer trabajadora y su rol en la lucha social y revolucionaria. En la zona salitrera, los centros femeninos alcanzaron gran relevancia y permanencia. Se destacaron por el número de afiliadas y la diversidad de actividades que desarrollaban. Entre los objetivos estaba la denuncia del alto costo de la vida, los abusos del sistema de pulperías, el derecho al descanso dominical, campañas antialcohol y la promoción de las ideas de emancipación de la mujer. Dentro de las actividades que realizaban, destacan la preparación de conferencias, lecturas de poesía y pequeñas obras de teatro. Estas actividades se transformaron en los medios mas difundidos para entregar recreación y educación a los pampinos y sus familias. En general, este aporte ha sido silenciado por la historia oficial y es nuestra labor examinar estas experiencias para comprender, no solo realidades, sino también miradas y proyectos. Tanto la prensa obrera como el teatro obrero fueron espacios de aprendizaje social y participación, se constituyeron como espacios de creación y transgresión, de experiencias autónomas y autogestionadas que lograron ser la voz de quienes habían sido mantenidos en silencio.
“El vínculo que las mujeres podemos establecer con nuestra propia historia, no puede limitarse a un rescate puramente testimonial de las experiencias pasadas. La recuperación de una historia que se ha forjado colectiva y organizadamente a lo largo de distintos y complejos procesos históricos, tienen un sentido y una proyección política. Este retorno hacia nosotras mismas, posee una dimensión profundamente social, ya que no solo permite un acercamiento crítico a las experiencias pasadas, sino también fortalecer los lazos de nuestra identidad colectiva”. (Op. Cit.)
Si bien gran parte de la información recogida para este artículo corresponde a un ensayo de Magíster en Género, creo que es absolutamente válido para representar, mas allá del género, la importancia de establecer un vínculo real con nuestra historia como pueblo explotado y construir desde nuestra memoria histórica una identidad de clase que nos permita cimentar el camino para la sociedad que queremos construir. No se trata de una mirada nostálgica ni lastimera del pasado, sino de la memoria histórica que cobra fuerza cuándo es un una fuente de saber tan potente que es capaz de orientar nuestras acciones presentes y vislumbrar las futuras.





PRENSA OBRERA.

“... la memoria actúa como un recurso social disponible..., la memoria registra, ordena y ofrece conocimientos que pueden ser puestos en práctica, se trata en definitiva, de un “corpus de conocimientos” que se nutre de una práctica empírica transmitida de generación en generación por medio de distintos tipos de vínculos y redes de comunicación.” (Memoria de las mujeres: espacios e instancias de participación. Prensa Feminista, Centros anticlericales Belén de Sárraga y Teatro Obrero. Maria José Correa y Olga Ruiz. Magíster en Género y Estudios Culturales, Universidad de Chile)

La escritura es una herramienta capaz de generar sus propios efectos de sentido, de tal manera que se constituye en “poder”. Históricamente ha sido una forma elitista de expresar “el mundo”, a la cuál han tenido acceso solo unos pocos. Inclusive hoy, tiempos en que los niveles de analfabetismo son notablemente menores que a principios del siglo pasado, sólo por dar un ejemplo, los que escriben nuestra historia, los que tienen el monopolio de la prensa (no solo escrita) son quienes ejercen el poder. Por lo tanto, los “efectos de sentido” que nos entregan, la expresión de la realidad que nos muestran tiene el mismo objetivo que hace mas de un siglo. Al revisar múltiples materiales bibliográficos, resurge el tema, tan importante creo yo, de rescatar nuestra memoria histórica, esta vez, desde una de las formas que encontraron los trabajadores y trabajadoras para luchar contra la explotación y por la dignidad.
A principios del S. XX, en Chile, la prensa, múltiples libros y folletos trataban temas como el alcoholismo, la mortalidad infantil, la prostitución, la miseria en las viviendas y las condiciones insalubres en las que vivía parte importante de la población. Ya en 1909 “El Mercurio” de Stgo. publicaba que más de 100.000 personas (un cuarto de la población) vivía en condiciones insalubres. Son tiempos en los cuáles el escenario internacional ponía en boga el famoso tema de “la cuestión social”, por lo tanto la burguesía criolla no podía quedarse fuera de la contingencia mundial. Al igual que hoy, que el Mercurio hablase de cómo viven los pobres no significó para nada una intencionalidad diferente. Mientras la oligarquía vivía en su situación de privilegio económico, construían significado compartido de la realidad, y se referían a estos temas como los que podían verse en el campo y en los suburbios de la ciudad.
Era la expresión de la “cultura” burguesa, una cultura de clase basada en el monopolio de la cultura, desarrollada por la minoría y para la minoría. A la par con el surgimiento del movimiento obrero, desde los últimos años del S. XIX en adelante, las ideas anarquistas se transformaron en una corriente contra-cultural, con profunda visión crítica y la determinación de desenmascarar los “valores”, costumbres, creencias y sistemas de autoridad y ejercicio de poder de la clase dominante.
El movimiento obrero fue la herramienta primordial que establecieron los trabajadores para enfrentar, organizadamente, a la clase patronal en la lucha por mejorar las condiciones de vida en que se desenvolvían en el capitalismo.
Una de las formas de difundir y continuar organizando al movimiento obrero, fueron los periódicos, a través de los cuales difundían las actividades desarrolladas por todos los militantes, organizando mítines, dictando conferencias, publicando propaganda, etc. De esta forma no pasaron inadvertidos para la burguesía, fue tan imprevisto y tan abrumador, por lo inesperado, que pronto los sectores burgueses comenzaron la persecución. Era un grupo de sublevados que intentaban romper su “apacible opresión política y económica”, por lo tanto debían reaccionar. La prensa burguesa comenzó a atacar de todas las formas posibles a estos grupos, pedían a las autoridades la supresión de todos los pasquines que aparecieran. Afortunadamente, todos los pataleos no fueron suficientes.
La zona del salitre había encontrado un arma poderosa. En las pampas comenzaron a sucederse a menudo huelgas. El primer periódico de tendencia socialista que comenzó a publicarse en Iquique, interpretaba las aspiraciones de los trabajadores del salitre y los alentaba en sus luchas.
Proveniente del sector anarco-sindicalista, se formó un grupo organizado de unos 15 militantes para combatir la dictadura de Carlos Ibáñez en 1927. Con grandes esfuerzos lograron instalar una pequeña imprenta clandestina, desde donde sacaban volantes destinados a los trabajadores con el fin de mantener vivo el espíritu de rebeldía en contra del militarismo burgués. Alcanzó a editar dos números de un periódico.
Se celebraba el Centenario, mostrando un país cívico, con instituciones sólidas y un estado en progreso. La prensa dominante celebraba los 100 años de nación independiente. Sin embargo, algunos intelectuales y escritores desenmascararon la legitimidad del discurso oficial. Develaron el rostro y la voz de un país escondido a propósito. La “cuestión social” no era en realidad un tema relevante. A través de muchas y variadas publicaciones, se acusaba la corrupción dentro del sistema liberal-capitalista, la inexistencia de una preocupación real por los problemas que aquejaban a la población mas pobre. La mortalidad infantil, el alcoholismo, la prostitución y el hacinamiento eran problemas reales que se habían generalizado en la población. (Una vez más la historia parece golpearnos en la cara!!). Durante esos años, nació una literatura “del malestar”, de la cual uno de sus principales exponentes fue Recabarren. Estas denuncias penetraron en los sectores populares, al interior de los cuales las ideas anarquistas y socialistas generaron una conciencias, cada vez mayor, de que la modernidad sólo beneficiaba a la oligarquía liberal.
Junto con la expansión del movimiento obrero, surgieron sindicatos de mujeres y mixtos. Entre 1907 y 1908 al menos 22 asociaciones de este tipo se formaron en Stgo. El aumento de la participación femenina en el mundo laboral fue en aumento. En 1907 conformaba casi un tercio de la población económicamente activa. No podía, entonces, quedarse fuera de las demandas. Las mujeres se caracterizaron por su potencial organizativo y de movilización, participaron activamente y en gran número en las huelgas obreras. Desde la prensa obrera se les alentaba a estudiar, a prepararse, abriendo un espacio para reflexionar de modo crítico sobre la participación de la mujer en la lucha por el cambio revolucionario. La corriente del feminismo obrero se desarrolló con el surgimiento del primer periódico redactado por una mujer, “La Alborada”, que se propuso promover la participación social femenina. Un año después apareció un periódico feminista de propaganda emancipadora llamado “La Palanca”, que era el órgano oficial de la Asociación de costureras de Stgo. Independiente de las diferentes visiones respecto al tema, no podemos obviar que el feminismo logró posicionarse fuertemente al interior de la prensa obrera, abriendo un debate acerca de la identidad de la mujer trabajadora y su rol en la lucha social y revolucionaria. En la zona salitrera, los centros femeninos alcanzaron gran relevancia y permanencia. Se destacaron por el número de afiliadas y la diversidad de actividades que desarrollaban. Entre los objetivos estaba la denuncia del alto costo de la vida, los abusos del sistema de pulperías, el derecho al descanso dominical, campañas antialcohol y la promoción de las ideas de emancipación de la mujer. Dentro de las actividades que realizaban, destacan la preparación de conferencias, lecturas de poesía y pequeñas obras de teatro. Estas actividades se transformaron en los medios mas difundidos para entregar recreación y educación a los pampinos y sus familias. En general, este aporte ha sido silenciado por la historia oficial y es nuestra labor examinar estas experiencias para comprender, no solo realidades, sino también miradas y proyectos. Tanto la prensa obrera como el teatro obrero fueron espacios de aprendizaje social y participación, se constituyeron como espacios de creación y transgresión, de experiencias autónomas y autogestionadas que lograron ser la voz de quienes habían sido mantenidos en silencio.
“El vínculo que las mujeres podemos establecer con nuestra propia historia, no puede limitarse a un rescate puramente testimonial de las experiencias pasadas. La recuperación de una historia que se ha forjado colectiva y organizadamente a lo largo de distintos y complejos procesos históricos, tienen un sentido y una proyección política. Este retorno hacia nosotras mismas, posee una dimensión profundamente social, ya que no solo permite un acercamiento crítico a las experiencias pasadas, sino también fortalecer los lazos de nuestra identidad colectiva”. (Op. Cit.)
Si bien gran parte de la información recogida para este artículo corresponde a un ensayo de Magíster en Género, creo que es absolutamente válido para representar, mas allá del género, la importancia de establecer un vínculo real con nuestra historia como pueblo explotado y construir desde nuestra memoria histórica una identidad de clase que nos permita cimentar el camino para la sociedad que queremos construir. No se trata de una mirada nostálgica ni lastimera del pasado, sino de la memoria histórica que cobra fuerza cuándo es un una fuente de saber tan potente que es capaz de orientar nuestras acciones presentes y vislumbrar las futuras.

Democracia formal y policial versus democracia popular directa.

Llevan siglos tratando de convencernos que la democracia es el mejor modelo social, que ella asegura la participación y el control del pueblo sobre sus autoridades democráticamente elegidas, por el sacrosanto sufragio universal; que este mecanismo (el voto) es la única y legítima manera que tiene el pueblo de ejercer sus derechos. Y condenan a los cinco infiernos a todos aquellos que osamos cuestionar su bendito modelo de participación acusándonos de autoritarios, dictadores y de querer imponer modelos totalitarios en nuestro país, que supuestamente no respetarían la idiosincrasia y cultura nacional.
Por eso cada cierto tiempo nos dan clases magistrales de cómo funciona este lindo modelo, enseñándonos la validez y necesidad de votar cada cierto tiempo para elegir y legitimar a nuestras autoridades y por ende sus decisiones, tomadas por el bien del país en los espacios democráticamente definidos para ello, llámese congreso u otra institución. Es así como por ejemplo llegado el momento de definir políticas públicas para combatir la delincuencia todo se resuelve democráticamente entre los presidentes de los partidos de gobierno y “oposición”; cuando quieren ver de donde sacan plata para arreglar o mantener el entuerto del transantiago el gobierno buscará como financiarlo unilateralmente ya que la discusión y votación democrática en el congreso no le fue favorable; y, en educación después de largas y acaloradas discusiones entre miembros de una comisión nombrada a dedo los presidentes de partidos de gobierno y “oposición” aprueban la nueva ley general de educación.
Si consideramos la insignificante cantidad de personas que militan en los partidos políticos y los métodos de toma de decisiones importantes para el país, es fácil llegar a la conclusión de que su tan mentada democracia, no es más que una farsa montada con periódicos shows electorales para mantener las cosas en el mismo lugar de siempre, aparentando cambios para que nada cambie en donde da lo mismo por quien usted vote o deje de votar, los que tienen el poder seguirán siendo los mismos que por siglos han dominado nuestro país.
Entonces va siendo hora de que empieces a cuestionarte tu cómoda participación ciudadana y de una vez por todas tomemos el destino de nuestro pueblo en nuestras manos construyendo los órganos de poder popular que garanticen la soberanía del pueblo sobre su presente y futuro, que garanticen y provean los canales de real y verdadera participación en la toma de decisiones que afectan nuestro futuro y el de nuestros hijos.