lunes, 28 de abril de 2008

EDITORIAL




Otro Primero de Mayo; los llamados a la unidad de la clase trabajadora se escuchan por todas partes, dirigentes, trabajadores, partidos políticos y un interminable etc. Convocan al pueblo y la clase trabajadora a rendir un homenaje a los mártires de Chicago. Si hasta el gobierno y la derecha recuerdan y conmemoran el DIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO, y entre tanto cacareo de gallinas sin plumas, los menos, nos preguntamos
¿Cómo pueden todos los años repetir los mismos discursos sin sentido?, ¿Cómo pueden los trabajadores seguir dejándose engañar?, ya va siendo hora de que los verdaderos trabajadores tomen el lugar que les corresponde y de una buena vez se sacudan a esos dirigentes impostores, farsantes, usurpadores de la voluntad de los obreros con sus falsas posturas y caretas. Es tiempo de que aquellos de los más dignos y honestos hijos de la clase trabajadora tomen su lugar a la cabeza de los sindicatos, federaciones, clubes deportivos y todas las organizaciones que el pueblo se de para ir construyendo el verdadero movimiento popular que conduzca a la clase, en sus reivindicaciones, sus luchas. Es tiempo de que los trabajadores retomen su lugar construyendo el verdadero sindicalismo de clase, aquel que no negocia migajas, aquel que no se vende, el sindicalismo en el que sus dirigentes se ponen en la primera línea de la movilización, aquel sindicalismo que recoja el legado de Clotario, no solo en los aspectos reivindicativos sino que por sobre todas las cosas en las cualidades morales de austeridad, desprendimiento y compromiso hasta las últimas consecuencias con la clase trabajadora y su dignidad, teniendo siempre presente que la verdadera lucha no es la que se da por unos pesos más sino que aquella que termine para siempre con el régimen de explotación imperante en el capitalismo.

Hoy cuando la calidad de la organización de los trabajadores ha retrocedido en un siglo,
el trabajador brilla por su ausencia, en ninguna parte aparece su figura, por ningún micrófono se recoge la voz del pueblo trabajador, aquellos que debieran dar contenido y forma a las luchas obreras.

Pero no todo es culpa de las dirigencias, pues si ellos están en sus puestos es porque los trabajadores los hemos dejado apropiarse de nuestras organizaciones, somos nosotros los llamados a enmendar el rumbo a tomar el control de nuestras vidas a recuperar la dignidad y la conciencia, que es donde más duramente nos ha golpeado el capitalismo. Nuestro llamado es al trabajador humilde y sencillo, a no dejarse vencer por el capitalismo y sus luces de neón, a no llenarse los bolsillos con tarjetas de crédito pues esta es la forma más simple que tiene la clase explotadora de mantenernos dominados y tranquilos, teniéndonos endeudados por el resto de nuestras vidas e incluso por las generaciones que vendrán, obligándonos con esto a poner por sobre la dignidad, la necesidad; necesidad de cuidar nuestros miserables puestos de trabajo para a fin de mes poder pagar nuestra deudas y esto en un círculo infinito. Liberarse de la explotación no significa dejar de trabajar, sino que por el contrario significa trabajar más y mejor. Por lo que debemos luchar es porque el fruto de este trabajo sea en beneficio del pueblo, de la clase y el nuestro propio y para ello debemos partir por liberarnos del consumismo y todos los males a él asociado; solo entonces cuando hallamos tomado el control de nuestras vidas tendremos la libertad necesaria para combatir y derrotar al capitalismo y sus explotadores de turno.

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