lunes, 28 de abril de 2008

¿Se puede avanzar en la Unidad del Sindicalismo chileno...?



¿Que debe hacer hoy el Sindicalismo de Clase ante este panorama?

"Mientras algunos estimamos que es necesaria una acción directa masiva, determinada a provocar un cambio sustancial en profundidad y en extensión de la estructura económica, social y política del país, los otros creen que esto mismo se puede alcanzar a través del actual régimen de legalismo y pseudo democracia burguesa y corrompida en que se debate el país." Clotario Blest.

En el marco de su reciente 8º Congreso la CUT acordó “su plataforma de lucha en el plano laboral, social y político”, llamando a “fortalecer la unidad sindical” y “a los Partidos Políticos a conformar una nueva mayoría progresista para llevar a cabo las transformaciones que permitan avanzar hacia la generación de una nueva constitución política, una reforma laboral real y el fin del sistema binominal de elecciones”. Del mismo modo, la CUT acordó que “su propósito es apoyar en los procesos electorales que el país enfrentará en el futuro a los candidatos que sean dirigentes sindicales”.

Este tipo de “decisiones” borran de un plumazo lo ocurrido en los 18 años de gobiernos de la Concertación, en cada uno de los planos social, político y laboral. Estos gobiernos cuando gozaron de las mayorías necesarias para modificar la leyes laborales, terminaron legislando en defensa de los intereses empresariales. Sólo para nombrar algunos ejemplos, bajo estos gobiernos se legalizó el reemplazo en huelga, la multifuncionalidad del trabajador, el pago del finiquito en cuotas, el otorgar carácter de contrato colectivo a los convenios colectivos negociados por grupos manejados por los patrones, se promulgó la ley de subcontratación, que legalizó el subcontrato en todas las áreas de la producción incluso las del propio giro de la empresa, con las consecuencias obvias de precarización y limitación de derechos colectivos; estos gobiernos crearon un seguro de desempleo miserable, que pagan principalmente los trabajadores y que no protege en modo alguno a los trabajadores con trabajos más inestables y precario, y un largo etc. de medidas y leyes que atentan directamente contra los intereses de los trabajadores.

Estos gobiernos, además, son los responsables de los asesinatos de Rodrigo Cisternas, Matías Katrileo, Alex Lemun, Jhonny Cariqueo y a más de cien integrantes de organizaciones populares y revolucionarias desde el inicio de los gobierno concertacionistas.

Hoy, aquellos que han apoyado estos gobiernos y aquellos que han desarrollado políticas sindicales débiles y funcionales a estas administraciones, nos llaman a conformar una “nueva mayoría progresista”, pues claro, quienes se han visto favorecidos, que se han lucrado durante la Concertación y con ella, han entrado en pánico ante la posibilidad que la Alianza de derecha gane las próximas elecciones. Y entonces ahora vienen los ofertones de trabajar por la unidad “progresista”, ahora nos dicen que sí van a cumplir lo que prometen y a cambio de sumarnos a esta “mayoría progresista” tendremos quien vigile que así sea (pacto de omisión). Es decir, para algunos, 18 años de mentiras no son nada y debemos olvidarlos como un mal sueño y creer que ahora sí que serán progresistas y que pondrán por delante, ahora sí, la defensa de los intereses de los trabajadores y que no serán, como hasta ahora, funcionales a gobiernos que trabajan para los empresarios.

También en el Congreso CUT se acordó luchar por mejores leyes laborales como la negociación colectiva, la justicia laboral y perfeccionar la ley de subcontratación, con lo cual pretenden que olvidemos que ha sido este gobierno y el de Ricardo Lagos los que han retrasado la puesta en marcha de la nueva judicatura laboral al no proporcionar los recursos necesarios para su implementación, que fue el “socialista” Lagos el que aprobó el reemplazo en huelga, y fue éste gobierno con la gracia de la CUT y el PC el que impulsó la ley de subcontratación, ampliando el subcontrato en todas la áreas de la producción, hoy por hoy, uno de los principales escollos para la sindicación y una negociación colectiva efectiva.

Por lo anterior, creo en este momento histórico del movimiento sindical es necesario recordar la experiencia y enseñanzas que Clotario Blest, luchador y organizador de la clase trabajadora, nos legó. Su paso por la Central Única fue de una constante lucha contra la noción de que el movimiento sindical debía articularse en torno a las estrategias generales de los partidos políticos. Clotario criticó firmemente la idea de que los objetivos propios del movimiento sindical se lograrían a través de la acción político electoral, pues de ser así se transforma la acción sindical, el movimiento huelguístico, en complementos, en apoyos funcionales, subordinados a la acción política de los partidos, aun cuando ellos dijeran representar a la clase. Esta forma de articular el movimiento sindical, significaba su subordinación.

Para Clotario Blest, el movimiento sindical tenía la capacidad por si mismo, por encima de las distintas agrupaciones o bloques políticos partidistas, para luchar por la materialización de sus objetivos en la sociedad. La diferencia entre su visión y la de los partidos de izquierda no pasaba por los objetivos a alcanzar, sino por el rol que Clotario le asigna al sindicalismo, el de ser sujeto y actor político-social por sí mismo, lo cual importaba la autonomía que éste respecto de los partidos políticos, del Estado y de otros actores sociales. Pero la autonomía de la que hablaba, no era de una miopía anti partidista pues entendía perfectamente el rol de las organizaciones políticas (no podemos olvidar que él fue uno de los fundadores de MIR).

Para Clotario no bastaba un gobierno popular sino que la emancipación de los trabajadores, el término de trabajo asalariado, la construcción de una sociedad sin explotación y democrática y ello era tarea de la clase trabajadora.

Hoy en Chile, en la vereda totalmente opuesta al sindicalismo burocrático y reformista, irrumpe y se abre paso el Sindicalismo de Clase,
que no busca solo la reorganización de los trabajadores con autonomía e independencia, sino que además contribuir en la construcción de una alternativa anti-capitalista, porque entendemos, al igual que Clotario Blest y Luís Emilio Recabarren, que el Sindicalismo de Clase no podrá avanzar en su lucha por cambios reales sin tener como horizonte el poner fin al sistema de vida irracional que nos impone el capital, siempre ávido de expandir el lucro y la ganancia del capitalista, a costa de la vida humana y de la depredación del planeta.

Así, el Sindicalismo de Clase asume la necesidad de la existencia de una alternativa revolucionaria, que no busque subordinarlo, sino que se ponga al servicio de los trabajadores en su lucha por el término del trabajo asalariado.

Entender este horizonte nos permite concluir que las posturas caudillistas, autoritarias, auto-referentes y anti-partidistas per se que cierto tipo de sindicalismo que se arroga ser de clase, pero que no tiene como perspectiva la liberación de la clase, sino que servirse de ella, al final no es más que una expresión más del reformismo.

Las tareas de organizar a los trabajadores y edificar una agenda de la clase trabajadora, que se anteponga al sindicalismo oficial, que no se conforme con mitigar el subcontrato, llamando a perfeccionar la ley de subcontratación, sino que se lance en una lucha frontal contra él, en conjunto con el término del reemplazo en huelga son hoy por hoy nuestras principales tareas.

La falsa unidad de la que habla el sindicalismo oficial redundaría en el sometimiento del emergente Sindicalismo de Clase a sus posiciones reformistas, pues han demostrado que su “progresismo” no es tal, sino más que un mero acomodamiento funcional al desarrollo del capital en Chile. Un balance de los últimos 18 años no puede llevar a concluir algo distinto. Su discurso antineoliberal busca crear un espejismo que nos seduzca y que en aras de la “unidad” renunciemos a nuestros propósitos, poniendo por delante la bandera de “parar a la derecha” postergando la tarea de construir en la lucha un sindicalismo que derechamente pueda dar la pelea al capital.

La unidad vendrá en la medida que surja con fuerza no solo la agenda de la clase trabajadora, sino que además organizaciones fuertes y representativas del sindicalismo de clase. La unidad se dará en la acción por construir un mundo realmente democrático, libre y sin explotación. La unidad pasa por la unidad de los trabajadores y no de un grupo de burócratas. La unidad se construye en la lucha de la clase trabajadora.
En la víspera del 1ro de Mayo, el periódico Arbeiter Zeitung publicó: ¡Adelante con valor! El conflicto ha comenzado. Un ejército de trabajadores asalariados está desocupado (hoy subcontratados). El capitalismo esconde sus garras de tigre detrás de las murallas del orden. Obreros, que vuestra consigna sea: ¡No al compromiso! ¡Cobardes a la retaguardia! ¡Hombres y Mujeres al frente! ”

SAÚL VARGAS J.
PRESIDENTE
CONFEDERACION DE SINDICATOS DE TRABAJADORES SANTIAGO PONIENTE (CONFESIMA)

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